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Cortisol, grasa rebelde y la ruta de escape

  • Foto del escritor: chowikeistudio
    chowikeistudio
  • hace 6 días
  • 3 Min. de lectura


Te levantas cansado aunque dormiste bien. Tu barriga no baja, aunque crees que estás comiendo sano. Estás irritable sin razón y a veces sientes que todo te cuesta el doble. No es solo cansancio. Es tu cuerpo tratando de decir algo.


Dentro de ti, hay dos fuerzas peleando por el control: el cortisol y la serotonina.


El cortisol, la hormona del estrés, se desencadena cuando abusas de los carbohidratos refinados, cuando duermes mal o cuando vives con prisas y tensión constante. Se instala en tu organismo, roba tu energía, inflama tu cuerpo y favorece el almacenamiento de grasa en la zona abdominal. Tu mente se nubla, duermes peor y cualquier situación te irrita.


Frente a ello está la serotonina: la sustancia que calma, mejora el ánimo y favorece un sueño reparador. No es una solución mágica, sino la señal de que tu cuerpo entra en modo equilibrio.


Pero hay una ruta de escape, basada en evidencia sobre ejercicio de alta intensidad y alimentación saludable. En lugar de presentar un solo experimento anecdótico, conviene saber que múltiples estudios demuestran que integrar ejercicios tipo HIIT (entrenamiento interválico de alta intensidad) —entre los que los burpees (ejercicio de cuerpo completo que combina sentadilla, plancha y salto) son un buen ejemplo— y reducir los azúcares refinados genera mejoras en semanas.


Por ejemplo, investigaciones en personas con hígado graso no alcohólico muestran que rutinas de HIIT de 3 a 4 sesiones semanales durante 8–12 semanas pueden reducir de forma significativa la grasa hepática y mejorar la sensibilidad a la insulina. Al mismo tiempo, la dieta baja en carbohidratos refinados favorece un microbioma intestinal más sano, lo que impulsa la producción natural de serotonina.


Este enfoque ha sido probado tanto en adultos de mediana edad como en mayores de 60 años, con mejoras en los marcadores metabólicos y en la calidad del sueño, sin prometer resultados instantáneos ni curas exprés. Los cambios empiezan a notarse a partir de la cuarta semana, pero la recuperación completa requiere constancia y al menos dos o tres meses de práctica regular.


¿Cómo aplicarlo en tu día a día? Empieza con una rutina breve:


  1. Burpees (o variaciones suaves): 2–3 veces por semana, 5–10 minutos de ejercicios de cuerpo completo. Si los burpees completos son muy intensos, alterna con sentadillas y planchas.

  2. Alimentación real: elimina o reduce el pan blanco, los refrescos y los dulces. Prioriza frutas, verduras, yogur y otros fermentados que nutran tu intestino.

  3. Higiene del sueño: apaga las pantallas al menos una hora antes de dormir, mantén tu habitación oscura y fresca.

  4. Respiración consciente: dedica unos minutos cada día a respirar profundo y lento, para ayudar a bajar los niveles de cortisol.


No se trata de librarte del estrés para siempre, sino de que aprendas a manejarlo. Cada burpee, cada comida saludable y cada hábito de sueño le da más fuerza a tu serotonina y reduce el dominio del cortisol.


Haz la prueba durante un mes: mantén la rutina de ejercicio, ajusta tu dieta y cuida tu descanso. Observa cómo mejoras tu energía, tu estado de ánimo y cómo tu cuerpo recupera un equilibrio que parece perdido.


Tomar el control no es cuestión de fuerza de voluntad extrema, sino de pequeños actos constantes que tu cuerpo pueda recordar y agradecer.


Y todo comienza con unos pasos sencillos: muévete, haz tu primer burpee, come con intención, respira hondo y empieza a recuperar tu equilibrio desde hoy.



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